miércoles, 5 de noviembre de 2008

PRÓLOGO DE ALBERTO CHAVARRÍA MUÑOZ

DETRAS DE UNA MIRADA




Nilthon Vílchez es un joven  poeta que deja la estela de su mirada en nosotros. Su voz viene de lejos y nos aproxima a su querencia: "Quebradas profundas dan eco a mi canto", nos dice. Es el latir de un corazón que siente su lar, que expresa la tristeza del hombre andino y la del hombre que ama profundamente. Y esos son los tres tópicos en los que ha trabajado que hoy entrega al ávido lector de poesía. El amor busca una entrega, una sensación, una mirada, un cuerpo, y da lo que tiene, con firmeza, con pasión, con entereza y con convicción. La mujer de sus sueños poéticos tiene " oscura cabellera, ojos marrones y un lunar que en vano pretende esconder". A decir también de su madre, mujer que perfuma su corazón con un nombre: Sofía. Aunque él diga adiós no lo podrá olvidar y la nostalgia será en él más fuerte que el olvido. En estos versos la presencia joven es nítida y segura, la fuerza del querer va atravesando el simple sentir y se hace fulgor.
La tristeza desesperada del hombre que siente desaliento cuando se acaban las moneditas con las que sacia su sed o su hambre es visualizada por Nilthon del modo más angustiante. Es una imprecación hacia el ser o hacia la nada. El ser social es inexistente en esos momentos, el ser divino sólo acentúa la inconciencia; "del ser que vivo", al decir Vallejo. El sino del hombre, más aún en un país subdesarrollado como el nuestro, o en el hombre cotidiano, es una tragedia que hace reflexionar y convierte al ser humano en un ser potencial subvertidor del orden: "estamos ebrios de dolor/usurpemos con furor al conformismo/yo pondré metáforas/desenvainadas/".como recuerda a los versos de Javier Heraud:"solo soy/un hombre triste/que agota sus palabras". La tristeza y la miseria, tan cotidiana y tan elocuente, inunda las almas frágiles y las hace llorar en silencio. Pero, a muchos los lleva por la senda del pensamiento crítico y los hace hablar en voz alta, aunque eso no les guste a los "gobernantes de turno", especialmente a los reeducados antiimperialistas.
El amor de la tierra que lo vio nacer remece la fibra más íntima de Nilthon. Su compromiso con su urbe comunal es indudable. Los días y las noches en Tinco. Allá en las alturas de Yauyos, Lima; son referidos en el mejor sentido andino.
Vale decir, como un buen seguidor de los poetas indigenistas o neoindigenistas, su plasmación metafórica recoge lo natural, lo cultural, no es naturaleza muerta, sino en movimiento.
Lo que se nota es la espiritualidad del que mira desde lejos, desde la nostalgia y que rememora su querencia como parte consustancial de sí mismo. El olor y el perfume de su tierra, de sus flores, del canto de sus aves, de "sus tercas peñas de caritas arrugadas", de todo ello él se siente tributario. Un canto a su lar, como todo buen yauyino; que los poemas de MIS PRIMERAS SOLEDADES se desplacen límpidos como las aguas del río Yauyos, al cual él tanto quiere y extraña.
Lic. Alberto Chavarría Muñoz

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